lunes, 14 de diciembre de 2015

¿Realmente la música de antes era mejor?

Esta es una pregunta que se me planteó hace algunos años, y yo en un principio me la contestaba, casi sin pensarlo, afirmativamente. Claro, uno escucha hablar de los clásicos, de bandas que hicieron historia en la música (con seguridad, ustedes, lectores, podrán pensar varios ejemplos). Y pensándolo objetivamente, fueron bandas excelentes, que hicieron un gran aporte a la música.

Ahora, ¿se puede decir que la música de esas bandas es mejor que la música de hoy en día?

Parte del problema, al menos para mí, está en poder separar las bandas particulares del estilo musical en sí. Seguramente, en el momento en que sonaban Led Zeppelin, Pink Floyd, los Sex Pistols o cualquier banda de renombre de los 70-80, éstas no eran consideradas clásicos, sino más bien bandas del momento. Una de las críticas que se le hacen a la música actual, directamente relacionada con el concepto de banda del momento, es la de ser bandas comerciales, enfocadas más en el marketing que en la calidad musical en sí. La noción de negocio musical ya existía desde mediados de los 60, aproximadamente. Cuando se produjo la denominada invasión británica a los Estados Unidos, una de las motivaciones de los productores de dichas bandas era cubrir un espacio que dejaban vacíos los artistas locales (estadounidenses): muchos de los que existían desde la década del 50 habían muerto (Buddy Holly), caído en desgracia (Jerry Lee Lewis, Chuck Berry) o abandonado la música (Elvis Presley, Little Richard). Es decir, se buscaba seducir a un público huérfano de referentes musicales. ¿Existe algo más comercial que esto? Buscar captar a un público es la razón de existir del marketing.

Hay, sin embargo, una pizca de verdad en esto: el virtuosismo de los músicos con los instrumentos en el período 1960-80 parece ser mayor que el de los músicos de hoy en día. Es difícil que surja un guitarrista de la década del 2000 en adelante que pueda ingresar en la lista de 100 mejores guitarristas de la revista Rolling Stone. OK, la revista es comercial y no arma el ranking observando sólo la habilidad del músico con la guitarra, pero el punto es claro. En la década del 2010, la tecnología disponible es muy superior a la que había en 1980: existen, por ejemplo, sistemas como el Auto-Tune, que ayuda a afinar la voz, o los software que permiten añadir efectos electrónicos a la música. Pero la tecnología en la música no es nueva: ya en 1960 existían las llamadas cajas de pedales, que permitían crear múltiples sonidos con la guitarra (o cualquier otro instrumento). Si usar esos aparatos era aceptable en 1960-80, ¿por qué no podría ser aceptable utilizar, hoy en día, los aparatos disponibles? La calidad de la música se debía en los 80 tanto a la habilidad del ejecutante como a la tecnología. ¿Por qué hoy en día no podría ser así?

Como último punto, podemos decir que los clásicos de la música los forma, más allá de todo lo demás, el tiempo. Por ejemplo, pensemos en la cumbia villera de Argentina. Esta música surgió en 2000, y su pico de popularidad se produjo entre 2002 y 2003. Luego fue relegada por otros estilos como el reggaetón (el que más se popularizó). Diez años después, la cumbia villera es reconocida por algunas personas como algo parecido a un clásico: entre otras, hay gente que reclama su vuelta a las fiestas y boliches, y casi siempre que esta música suena en un ambiente festivo la gente se pone a bailar. Esta imagen es claramente distinta a la que había cuando la cumbia villera era aún un género nuevo, donde la cumbia tenía una imagen positiva en algunos, negativa en otros. Hoy queda poca gente que tenga una imagen negativa. Los lectores podrán encontrar otros ejemplos, según de qué generación sean. La cuestión es, la música creada en el siglo XXI puede perfectamente convertirse en clásica pasado un tiempo. ¿Cómo serán vistos Justin Bieber, Taylor Swift, Ed Sheeran, Lana Del Rey o cualquier otro, en el 2030? Sólo queda conjeturar y esperar.


Así que, al menos en mi opinión, la música de antes no es necesariamente mejor que la de ahora. Yo creo que tiene más que ver con una cuestión generacional o de gustos musicales que con algo objetivo referido a la música. También que, por una razón psicológica, los humanos tendemos a valorar más las cosas que tienen una trayectoria que lo nuevo, desconocido. Lo importante, en todo caso, es que toda la música, la vieja y la nueva, están al alcance de todas las personas (gracias a Internet) y, por ende, todos pueden elegir qué escuchar. Y ahí, la elección depende de los gustos de cada quién.

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